Un maravilloso cuento que habla de la hermandad humana.
Su autor es Manuel Rojas.
Trata de un marinero que se queda varado y sin trabajo en Valparaíso.
Busca trabajo y no lo encuentra.
Después de algunos días sin comer, entra en una cafetería, pensando en comer algo, y luego pagarlo lavando platos o algo así.
Pide un vaso de leche y un plato con galletas y se come todo tratando de disimular su hambre, pero no lo logra.
Al terminar, pone su cabeza entre sus brazos y llora.
La dueña del lugar le acaricia la cabeza, le sirve otro vaso de leche y galletas y le dice: ande, hijo, coma.
Su autor es Manuel Rojas.
Trata de un marinero que se queda varado y sin trabajo en Valparaíso.
Busca trabajo y no lo encuentra.
Después de algunos días sin comer, entra en una cafetería, pensando en comer algo, y luego pagarlo lavando platos o algo así.
Pide un vaso de leche y un plato con galletas y se come todo tratando de disimular su hambre, pero no lo logra.
Al terminar, pone su cabeza entre sus brazos y llora.
La dueña del lugar le acaricia la cabeza, le sirve otro vaso de leche y galletas y le dice: ande, hijo, coma.
Resumen del cuento:
Un Joven fue abandonado por un barco en un puerto, al ser descubierto escondido en el. No conocia a nadie, y jamás había trabajado en tierra firme.Llevaba 6 días sin comer, aún así no quería mendigar, le avergonzaba y lo humillaba.
Encontró trabajo como acarreador de sacos de trigo de un barco, y sus fuerzas no daban más, estaba hambriento, mareado de hambre.
Al terminar la jornada, le preguntó al capataz si le podía pagar por el trabajo o adelantarle algo de dinero, pero el capataz le dijo que sólo se pagaba cuando terminaba el trabajo y los adelantos estaban prohibidos. Pero que si necesitaba el podía prestarle algo de dinero. El joven no aceptó, y se fue caminando dispuesto a comer a como diera lugar. Se sentía mal, y decidió entrar a algún negocio y comer y despues decir que no tenía para pagar, no le importaba si le pegaban o lo metían preso, pero necesitaba comer. Se acordaba de su casa, su madre su hermana, y se sintío muy solo.
Encontró una lechería, en un lugar poco concurrido y decidió entrar. Esperó a que el único cliente que había terminara de leer su periódico y tomarse su leche para entrar.
Pidió un vaso de leche grande y vainillas. La Señora que atendía se lo trajo. Poco a poco se fue comiendo las vainillas y tomando la leche, no quería mirar a la señora porque se sentía avergonzado de lo que haría. Cuando terminó, se puso a llorar de rabia, pena, soledad, verguenza, no pudo contener el llanto, lloró con fuerzas. De pronto sólo sintió que lo acariciaban y le decían llore no más hijo. Era la señora que atendía. El se sintió como si fuera su madre y lloró otra vez, pero de alegría. La señora le sirvió otro vaso de leche y vainillas.
El joven se lo tomó agradeció y se fue. Afuera se sintió alegre, renovado con fuerzas y se quedó dormido en la playa.
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